Caso clínico 19. UrgePaliar 2018. ISSN 2604-0379.

 

AUTORES

 

Marta Mariño Martínez. Residente en Medicina Familiar y Comunitaria. CS Sárdoma. Vigo.

Fernando I. Lago Deibe. Médico adjunto. CS Sárdoma. Vigo.

 

 

DESCRIPCIÓN DEL CASO

 

Ámbito del caso: el paciente es atendido en el centro de salud al que pertenece y con acceso a su historia clínica.

 

Motivo de la consulta: varón de 82 años acude a la consulta acompañado por su hija. Hace tiempo que no le vemos, pero en esta ocasión cuenta que lleva 7 días muy fastidiado por culpa de unos mareos terribles. Tras la anamnesis, definimos su síntoma como inestabilidad que le imposibilita la deambulación, sin claro giro de objetos, acompañada de vómitos persistentes. Niega cefalea y alteraciones de la agudeza visual.

 

Antecedentes personales: hepatocarcinoma activo y adenocarcinoma de ciego tratados con actitud conservadora; así como una neoplasia prostática antigua intervenida.

 

Estado actual: el paciente tiene una buena calidad de vida (perfomance status: escala de Eastern Cooperative Oncology Group [ECOG] 1). Está en seguimiento por los servicios de digestivo y radiología intervencionista.

 

Vive con su mujer y una de sus hijas, su acompañante en las últimas visitas. Conoce su problema hepático, secuela de una hemocromatosis que padece desde hace más de 25 años, y lo asume con resignación y entereza. En cambio desconoce el de colon, de diagnóstico más reciente: su familia considera que sufre menos manteniéndolo al margen.

 

Exploración física: presión arterial 156/80 mmHg, glucemia capilar 107 mg/dl. Examen neurológico: pares craneales normales (no se observa nistagmo), no hay paresias en extremidad superior izquierda (extremidad superior derecha amputada). Test de Romberg dudoso positivo, no tolera deambulación. Abdomen: dolor a la palpación profunda de fosa ilíaca izquierda. Otoscopia: normal bilateral. La exploración desencadena náuseas con vómitos persistentes.

 

Se pauta tratamiento sintomático en consulta (metoclopramida hidrocloruro intramuscular) y nos planteamos qué actitud tomar ante el cuadro de este paciente.

 

Considerando que tiene una buena situación basal, tras descartar un cuadro de vértigo periférico y con la sospecha clínica de posible metástasis cerebral, que posteriormente fue confirmada y tratada con dexametasona, se remite al paciente al servicio de urgencias hospitalaria para que se le haga una prueba diagnóstica, sin indicar claramente al paciente ni al familiar cuál era el objetivo; solo se les explica que es necesario evaluar qué está ocurriendo en su cabeza, a pesar de que el desplazamiento del paciente y su estancia en este servicio podían resultarle incómodos.

 

 

PREGUNTA CLAVE

 

¿Se beneficiará nuestro paciente de una asistencia en el servicio de urgencias para realizar pruebas complementarias? ¿Cabe en un paciente de este tipo una derivación puramente diagnóstica?

 

En estos casos, ¿la oportunidad de un tratamiento sintomático justifica la escalada diagnóstica y los inconvenientes del desplazamiento a un servicio de urgencias? ¿Deberíamos haber indicado claramente cuál era nuestra sospecha diagnóstica?

 

Resolución del caso